Leer una obra poética reunida siempre otorga una nueva perspectiva sobre lo poco o mucho que se sabe de antemano de esa poesía. Así, se haya leído o no a Scarabelli antes de La felicidad de los animales, se encontrará en este periodo de veinte años y siete libros -dos inéditos-, no una recta que une dos puntos sino el dibujo de un camino, como un esbozo a lápiz blando, que se esfuma con desvíos en el blanco de la hoja y con trazos firmes en la línea de aquello que se observa.
Señala Yaki Setton en el ensayo que acompaña esta edición: “Sonia Scarabelli nos va guiando en La felicidad de los animales por un sendero propio y continuo. Una epifanía donde la felicidad no es solo la alegría delicada y simple de lo único amoroso sino también de la finitud y de lo efímero por venir.”