El Profesor Eusebio Filigranati, tanto antítesis como alter ego de su creador Alberto Laiseca, es un personaje complejo y compuesto. Es líder de una mafia de chinos a quienes enseña caligrafía china, padrino de una industria de películas snuff que intenta destruir, padre adoptivo, hermano ideal y violador de chicas sonámbulas. Es, también, un romántico empedernido en busca del amor. Para conseguirlo sale con una gorda vámpira, con su hermana, con una niña pervertida y amante del sadomasoquismo y con una brasileña sin piernas ni brazos.
Así es Eusebio, y así es el texto: desopilante, absurdamente errático, análogo a las legendarias narraciones orientales en donde los hechos se suceden sin lógica alguna y jamás se explica por qué ocurre una cosa o la otra. Laiseca construye magistralmente una trama colmada de delirio y seducción, teñida de ternura y romanticismo parodiado; un universo que lo abarca todo, desde la egiptología y el orientalismo decorativo hasta las tácticas militares, la crítica literaria y el desmembramiento de logias secretas.