Un cuarto propio es el lúcido testimonio crítico del rol de la mujer en la sociedad, y un verdadero clásico del siglo XX.
“Cuando leemos sobre una bruja que fue sumergida en el agua, sobre una mujer poseída por los demonios, sobre una mujer sabia que vende hierbas, pienso que estamos sobre la pista de una novelista perdida, una poeta silenciada, una Jane Austen enmudecida y sin gloria, una Emily Brontë que desperdició su inteligencia en los páramos o marchaba desquiciada por los caminos, enloquecida por la tortura a la que la sometía su talento. Por cierto me aventuraría a decir que Anónimo, que escribió tantos poemas sin firmarlos, era muchas veces una mujer.”
V. W.
En Un cuarto propio, Virginia Wolf imagina que Shakespeare tuvo una hermana. Una hermana igualmente talentosa, igualmente genial, pero cuyo legado es radicalmente diferente. Esta mujer imaginaria jamás escribe una palabra y termina por suicidarse, dejando su genio inexpresado. Si tan sólo hubiese encontrado los medios para crear, especula Virginia Wolf, hubiese alcanzado las mismas cimas que su inmortal hermano. En este ensayo ya clásico, Virginia Wolf la emprende contra el establishment, utilizando sus extraordinarias dotes como escritora para diseccionar el mundo que la rodea y para dar voz a aquellas que no la tienen.