Manuel persigue las sombras que dejó su padre al morir. De esas versiones secretas y esquivas cree que depende su identidad, su lugar en el mundo. Victoria tiene el cuerpo roto por la violencia ejercida sobre sus padres, perpetuada en la sangre como si fuera un mal congénito. A los dos los mueve una obsesión: uno quiere saber, la otra quiere sentir. Ambos están lanzados a encontrar lo que se les negó. Entre ellos, un libro que es éste y no, al mismo tiempo.
Los mundos que perdimos es una novela que, en su manejo del derrame y los excesos, en su prosa cargada, denuncia lo agresivo de la ausencia. Las palabras y las acciones se acumulan alrededor de los vacíos para ponerlos en evidencia. Por decantación, se revelan las preguntas: ¿Qué hacemos con lo que no está? ¿Dónde buscamos lo que se nos ha robado?
Juan Fernández Marauda