Mis tíos que eran albañiles ayudaron a hacer las casas de casi todos sus vecinos. Todos eran fabriqueros, albañiles, pescadores en tiempos de malaria. Era habitual que los domingos los vecinos se dieran una mano para levantar la casa de alguno. Desde temprano entonces hasta el mediodía, cuando el dueño de casa hacía un asadito y la gente se arrimaba, le metían duro. Los lazos de amistad se forjaban en las changas de los domingos. Terminaban unos siendo padrinos de bautismo de los hijos de los otros.