Después de cualquier fiesta hay que baldear y todo vuelve a ser como era. El mundo sigue siendo un lugar extraño que, cada tanto, necesita explicación.
Patricio Barton se atreve a algo poco frecuente: mirar lo cotidiano como si nunca lo hubiéramos visto antes. Cada cuento de No importa cuando lens esto encuentra una manera inesperada de narrar lo fami-bar: lo que parece trivial de pronto se abre hacia lo absurdo, lo poético lo desopilante.
En su primer libro, Barton despliega creatividad y frescura, como si la teratura se hubiera levantado de buen humor. En la tradición de Osvaldo Soriano, Leo Masliah o Hernán Casciari, Barton escribe con la destreza del que sabe que la risa es una de las maneras más lúcidas de leer el mundo.
No importa cuando abras este libro: siempre vas a encontrar un relato capaz de sorprenderte, una página que te descoloca, una linea que relampaguea y deslumbra.
Barton se me presento con su poderosa fisonomía de escritor dispues to a toda. Ahí nomás aparecieron diálogos teatrales sin pausa; pre guntas que respondian otras preguntas, personajes que cambiaban de hábitos o quizá de identidad. Enseguida se me hizo patente su incontrolable vocación de sorprender. Barton se había propuesto un objetivo noble: construir un idioma poético de ocultaciones y revela-ciones. Ya cerca del final pude comprender una realidad distinta: el encanto estaba en el propio Barton, con su astuto manejo de las con-tradicciones, de los tropos clásicos, de las cosas que son y no son al mismo tiempo, de las continuas contravenciones a la lógica.
ALEJANDRO DOLINA, del prólogo del libro




